viernes, 17 de octubre de 2014

LLEGA LA INQUISICIÓN HOMOSEXUAL


Es un signo de la desgraciada Europa actual que cada vez proliferen más las leyes liberticidas y los delitos de opinión. Ya en 2005 el ex disidente soviético Vladimir Bukovski comparaba la Unión Soviética con el sistema que se está construyendo en Europa, entre otras cosas precisamente por la falta de libertad de expresión real, el control de los medios por parte de la casta dirigente, la imposición de una uniformidad ideológica y una homologación a gran escala.

Naturalmente los euromamarrachos le acusaron con indignación de no entender nada de la Unión Europea y la democracia. Muy al contrario, la verdad es que había entendido todo ello demasiado bien.


 Había visto durante decenios la propaganda ideológica continua, el adoctrinamiento en la escuela, la persecución legal e incluso psiquiatrica contra quienes se oponían a la doctrina oficial. En aquella época se trataba de la ortodoxia marxista-leninista, hoy la doctrina oficial se llama corrección política.

La situación está clara para quien quiera verla: todos los medios de comunicación siguen una línea única y no se permiten discrepancias. Se toleran sólo disidencias domesticadas y quien se opone realmente, radicalmente, está abocado al aislamiento mediático, a la muerte política y profesional. Se aprueban leyes criminalizando la oposición a la corrección política y ya, incluso, escoria humana con el título de psicólogo o el autotítulo de experto habla de desórdenes psicológicos y de reeducación para los disidentes. Es decir para los que no aceptan la ideología de la decadencia y la podredumbre que se ha convertido en doctrina de Estado.

Una parte de la doctrina oficial que nos pretenden imponer es el homosexualismo, que consiste esencialmente en la negación del criterio de sexualidad normal como relaciones entre un hombre y una mujer. En equiparar totalmente y a todos los efectos la homosexualidad con la sexualidad normal, rechazando la idea de que represente una sexualidad desviada y que los homosexuales sean invertidos, como una honesta y precisa palabra los definía antes de que cayera en desuso. O mejor dicho antes de que fuera prohibida y se convirtiera en tabú.

Parte esencial de la ideología homosexualista es la negación de legitimidad a la postura de quienes piensan y afirman, en cambio, que la homosexualidad es una desviacion, que existe una sexualidad normal y una anormal. El homosexualismo quiere cerrar la boca y criminalizar a quienes lo rechazan con la palabra homofobia. Palabra deshonesta y falsa donde las haya, densa de manipulación y contaminación mental, de mentira y de falsedad militante.

Esta palabra da a entender que el rechazo al homosexualismo significa odio a los homosexuales y voluntad de perseguirlos como tales. Este es el corazón de su propaganda y de la mentira homosexualista. Sin embargo, por mucho que los maestros de la degeneración intenten convencernos de lo contrario, el rechazo al homosexualismo no implica odio al homosexual ni voluntad de perseguirlo o de dañarlo por su condición. Significa establecer un criterio, basado en la sexualidad natural y biológica, en la polaridad de la especie humana y la mayor parte de la naturaleza entre masculino y femenino.

De aquí no se sigue mínimamente que haya que perseguir a los homosexuales por vivir su condición, pero sí que haya que exigirles un mayor pudor y discreción, así como proteger a la infancia y la adolescencia de su influencia corruptora, como defender la familia y su misión rechazando aberraciones repugnantes como las “familias” homosexuales y la crianza de niños por invertidos.

Las leyes promulgadas en Rusia a este respecto son ejemplares, prohibiendo la propaganda homosexualista, defendiendo la familia y la infancia. Leyes totalmente justas que buscan defender la infancia y la sociedad rusa de las lobbies de la degradación que dominan Occidente; por eso mismo han atraído la rabia biliosa de esas mismas lobbies y su enjambre de apóstoles de la degeneración.

Como en general en todo el movimiento de la corrección política, parte importantísima del programa homosexualista es la promulgación de leyes liberticidas para cerrar la boca a todo el que niegue esta ideología, bajo el pretexto de lucha contra la homofobia. En esta ofensiva de las fuerzas de la podredumbre se encuadra toda una serie de leyes que van apareciendo y en particular, como pionera en España y para abrir brecha, la nueva ley basura aprobada por el parlamentillo catalán:


La repugnante alegría de los partidarios de esta ley en la calle y el parlamentillo nos da la medida de la degeneración en que hemos caído.
 



Este abominio será con toda probabilidad seguido por más leyes en este sentido, pero ya a nivel nacional, en cuanto la rama “izquierda” del partido único llegue otra vez al poder, sin que naturalmente la rama “derecha” del mismo partido vaya a hacer nada por impedirlo y menos aún abrogar estas leyes sucesivamente.

Esta ley catalana sirve, como digo, para abrir brecha y tantear el terreno, como parte de la ofensiva liberticida a nivel mundial contra la verdad, la salud y la justicia llevada a cabo por la corrección política.

La ley incluye, además de sanciones y criminalización para quien se oponga al homosexualismo, aberraciones como la inversion de la carga de la prueba – es el acusado de homofobia quien debe probar su inocencia – que ya estaba prevista en la otra Gran Basura Legislativa española, la Ley de Violencia de Género; la ley catalana privilegia a los homosexuales frente a quienes no lo son, de la misma manera en que la Gran Basura Legislativa privilegia a la mujer frente al varón. Asimismo se prevén campañas estatales de corrupción de menores, esto es adoctrinamiento homosexual en las escuelas. Llamadas con otro nombre, claro, para tranquilizar a los padres y enmascarar la realidad.

Como dato anecdótico pero significativo de la obsesión por promover la homosexualidad, mencionaremos la reciente revelación de que durante la anterior Administración se repartía viagra a los presos en las prisiones:

El Gobierno de Zapatero suministraba viagra a los reclusos para fomentar la homosexualidad en las prisiones

La obsesión, como vemos, alcanza tintes de monomanía y niveles ya totalmente grotescos. Pero es menos divertido de lo que parece, porque esta misma gente o gentuza es - por ejemplo - la que decide lo que se va a enseñar a nuestros hijos en la escuela.

Hay varios tipos de leyes liberticidas. Las hay que sirven para defender a los poderes establecidos, que es la censura clásica a favor de los detentores del poder que no siempre son los que parecen. Ya un gran pensador decía que si queremos saber quién manda en realidad, debemos preguntarnos a quién no se permite criticar.

Las hay también en defensa de la versión de la historia impuesta por los vencedores, ante las cuales es mas que legítima la sospecha de que sean en defensa de mentiras históricas, como en el caso único de las leyes para encarcelar a los historiadores revisionistas y prohibir sus libros.

Y las hay, finalmente, que persiguen oscurar la visión de la realidad, la perversión e inversion de los criterios, contaminar y enturbiar la mente, como en el caso que aquí nos ocupa de las leyes contra la homofobia, y en general de cualquiera de las leyes promulgadas para imponer la corrección política.

Aunque en definitiva, en cualquiera de los tres casos,  en ultimo análisis defienden siempre un poder, sea éste económico, polícito, cultural o ideológico. El poder dominante en una época se refleja en todos estos aspectos.

Y en esta época de degeneración y decadencia, múltiples signos nos hablan del poder de la podredumbre que avanza. Los fenómenos aberrantes que estamos viviendo llevan su huella y una marca común impresa, fortísima, recurrente: la prevaricación de la anormalidad en cuanto se le deja levantar la cabeza,  su obsesión por acabar con la normalidad, censurar cualquier criterio, signo o sensibilidad que pueda recordarle a la anormalidad su condición como tal.

Mencionaré el caso de la eliminación del Día del Padre en ciertos colegios – el caso que tengo en mente sucedió en Roma - porque ofendía a una “familia” con dos ”madres” lesbianas y porque, según el psicólogo-basura consultado, celebrarlo habría sido perjudicial para el niño. De esta manera, todos los demas niños fueron privados de su Día del Padre. Probablemente sustituido con alguna inmundicia grotesca como el previsible “Día del Progenitor”. En la misma línea se encuadran también las presiones insistentes para la eliminación de las expresiones “padre” y “madre” en documentos oficiales y ambientes educativos, a favor de la vomitiva neolengua de la degeneración:  “progenitor 1” y “progenitor 2”.

Son sólo dos ejemplos pero no se trata de episodios aislados ni casuales: son las avanzadillas de la plaga que avanza, en una cada vez más virulenta guerra rabiosa contra la normalidad, con la pretensión de erradicarla y hacerla invisible, para hacer pasar por normal algo que no lo es ni lo será jamás.

Por ello deben reprimir y perseguir, incluso penalmente, la expresión de un criterio de normalidad y anormalidad. Porque a pesar de toda la propaganda y el lavado de cerebro no pueden borrar completamente este sentido instintivo, que nos hace discriminar entre lo que es normal y saludable y lo que no lo es. Volviendo al tema concreto de este artículo, no pueden cambiar la biología humana, que no permite la generación de nueva vida por medio de actos homosexuales. Ninguna lobby homosexual conseguirá jamás cambiar el hecho de que las “familias” de invertidos puedan criar hijos sólo depredando los de otros, fabricándolos en laboratorio o alquilando úteros que no son suyos. Ni pueden abolir el que la polaridad entre masculino y femenino sea un dato básico de la especie humana, reflejada en la estructura de nuestros cuerpos, en nuestras mentes y nuestro espíritu.

Como hay tantas cosas que no pueden cambiar y están ahí, contra las cuales su propaganda de la degeneración es impotente, necesitan que se prohíba decir que la homosexualidad es una desviación. Así de sencillo.

De ahí el escándalo cuando alguna figura pública se atreve a rechazar las imposiciones ideológicas de la corrección política, como en el caso de las recientes declaraciones del Obispo de Alcalá contra las lobbies feministas, homosexuales, de la ideología de género, y su denuncia de la infiltración de estos grupos de presión en los partidos políticos. Iinfiltraciones, cabría añadir, también en la misma Iglesia, aunque a pesar de todo es la única gran institución que precariamente y en algunos de sus representantes resiste a las lobbies de la degeneración.

Palabras valientes y claras las del Obispo, pero aisladas. Y probablemente denunciables con la nueva legislación liberticida que establece la inquisicion homosexual.

Ante esta creciente represión debemos tomar conciencia cada vez más de la necesidad de no ceder ante la degradación, de mantener las posiciones y combatir a todos los niveles, en esta guerra de la miasma y la ponzoña contra la salud y la vida. Y debemos ser plenamente conscientes de que las leyes liberticidas del sistema volverán cada vez mas difícil atacar abiertamente degeneración porque, como ya sucede con la legislación promulgada en muchos países para reprimir el revisionismo histórico, argumentar defendiendo tesis contrarias a la línea oficial será delito.

Las ideas defendidas en este blog y su mismo lenguaje seguramente serán denunciables, a medida que la basura legislativa se vaya propagando y las ratas de la corrección política sigan extendiendo la capa de plomo de su polícía del pensamiento sobre la sociedad. Como en Arabia Saudita existe la policía religiosa, aquí tendremos la policía de la degeneración.

Por nuestra parte seguiremos en esta línea mientras las leyes nos lo permitan. Cuando no sea posible habrá que cambiar la tesitura. Naturalmente no porque reconozcamos el mínimo valor o tengamos consideración por tales leyes, sino por motivos puramente prácticos: está clarísimo que la desobediencia a la basura legislativa impuesta por degenerados tiene un altísimo significado ético y moral, pero las leyes tienen detrás la fuerza del Estado y no se pueden infringir impunemente. Hacerlo tiene un precio que no siempre uno puede permitirse pagar.

Esto es, no se pueden infringir impunemente sin tener las espaldas cubiertas ni santos en el paraíso. Si uno se cobija bajo la sombra del árbol adecuado, las leyes y aun la Constitución se pueden infringir y no pasa nada, como la actualidad de todos los días demuestra sobradamente.

De modo que cuando la policía de la degeneración y su aparato represivo hagan imposible atacar directamente los dogmas y las imposiciones del sistema, buscaremos otras maneras de expresión. Después de todo existen modos y modos de decir las cosas, existen muchos lenguajes y maneras de comunicar y a lo largo de la historia humana las ideas han encontrado siempre la manera de expresarse.

En esta guerra ante todo es fundamental la identificación del enemigo, que en primerísimo lugar es aquel protegido y favorecido por leyes basura. Como es fundamental ser plenamente conscientes de que los infectos habitantes de las alcantarillas han escalado las mayores posiciones del poder y manipulan, abiertamente u ocultos entre las sombras, para que todos rebajemos nuestro pensamiento, nuestra vida y nuestro horizonte al nivel de la cloaca.

En este sentido una gravísima responsabilidad pesa sobre quienes dominan los medios de comunicación y los resortes del poder cultural, hoy controlados totalmente por los apólogos de la degradación. Estos medios, lejos de ser puro entretenimiento o negocio, llevan a cabo una politica ideológica activa, constante, deliberada, para corromper al ser humano y empujarle cada vez más para que se arrastre en el fango. 

Es muy necesario, concluyendo ya, oponerse al adoctrinamieno en la escuela y de enseñar a los hijos que una parte de lo que les transmiten en el colegio es malo y perverso. Muy lamentable, ciertamente, es socavar el respeto que se debería enseñar en los hijos hacia la escuela y los educadores, pero es la única solución cuando la escoria humana ocupa la habitación de los botones y decide lo que nuestros hijos aprenden.

Hay que defender nuestros hijos y nuestro futuro de estos poderes, ocultos pero cada vez menos: la bicha, sintiéndose segura tras decenios de educación de las mentalidades, empieza a sacar la cabeza y a mostrarse abiertamente.

No he usado la palabra bicha sin un motivo. Personalmente no soy muy religioso pero he de reconocer que, así como la Iglesia es la única institución que, al menos en parte, se opone hoy en día a la degradación, aquí el lenguaje más adecuado, pregnante y significativo, es de tipo teológico. Quiero decir que en vez de usar largas frases, asépticas y elaboradas, para describir la decadencia actual, se termina antes y se transmite mejor la idea hablando del Dominio de la Bestia.