Hay
una pequeña noticia que pasa desapercibida: la aprobación de una nueva ley en
Rusia que criminaliza el revisionismo histórico y que, en sustancia, prohíbe
poner en tela de juicio la historia de la Segunda Guerra Mundial como fue
contada por los vencedores.
Esta ley establece penas de prisión por
“negar los hechos establecidos en el
juicio de Nuremberg, rehabilitar el nazismo y distribuir información falsa
sobre las acciones de los rusos y sus aliados durante la Segunda Guerra
Mundial”.
En línea con otras infames leyes ya
vigentes – desgraciadamente - en la mayor parte de los países europeos, se
impide la libre investigación de la historia y se impone como verdad oficial la
propaganda de guerra de los alliados en el juicio farsa de Nuremberg. Pero aún
se va más allá porque también se prohíbe denunciar los crímenes de guerra de
los aliados, y especialmente de los rusos a los que corresponde la parte del
león, específicamente la campaña de terror sistemático contra la población
alemana de masacres y violaciones a gran escala fomentadas desde arriba.
Durante la guerra para que la población germana evacuara las zonas orientales
que se había decidido arrebatar a Alemania, despues de la guerra como política
punitiva.
Con esta ley será difícil no sólo hablar
de estos hechos sino también – presumiblemente – llamar por su nombre los
crímenes de guerra aliados. Como la limpieza étnica de más de diez millones de
alemanes de territorios que habían habitado y civilizado durante siglos; el
bombardeo terrorista y sistemático de las ciudades alemanas, cuyo objetivo era
la población civil y la destrucción del patrimonio histórico alemán; el
genocidio de más de un millón de prisioneros alemanes en campos aliados después de la guerra, dejados morir de
hambre. O las bombas atómicas sobre Japón.
Rusia, por tanto, se une al creciente
grupo de países en los cuales se han introducido infames leyes liberticidas
sobre ese período histórico.
Como cae por su propio peso, cuando la
historia la escriben los tribunales de justicia, se trata de una verdad oficial
y por tanto un hombre libre tiene el deber de no creer en ella.
Ciertamente no se puede esperar que,
políticamente, el gobierno ruso tenga simpatía por el revisionismo histórico.
Comunistas o no, aunque se tratara de Stalin y la Unión Soviética, para ellos
es siempre su Gran Guerra Patriótica
y sigue siendo recordada; en
ceremonias, con monumentos en cada ciudad. Pero a pesar de todo, pero es un
hecho que hasta ahora existía libertad de investigación y discusión, seguramente
más que en la mayor parte de Europa e infinitamente más que en Alemania. Sin ir
más lejos el autor revisionista Jürgen Graf, autor de excelentes estudios y
perseguido en su país, tuvo que escapar de la persecución y encontró asilo en
Rusia, donde hoy vive y trabaja.
Aunque, con todo, sigue habiendo más
libertad de expresión para las ideas disidentes en Rusia que en Europa, es muy
lamentable la introducción de esta legislación, que se estaba intentando
introducir desde hacía tiempo. Que lo hayan logrado ahora se debe interpretar
como un desgraciado efecto colateral del conflicto ucraniano, donde los
movimientos patrióticos se inspiran explícitamente a la lucha antisoviética y a
la colaboración con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
No es difícil adivinar la mano de los
grupos de presión que han estado detrás de esto y seguramente ha aprovechado estas
circunstancias para maniobrar en la sombra y alcanzar sus objetivos. Objetivos
logrados en la mayor parte de Europa donde el revisionismo histórico está perseguido
por ley. Estos grupos siempre están buscando la manera de introducir su policía
del pensamiento y su inquisición con la kippah
donde aún se puede pensar en libertad. Menos fuertes en Rusia que en otros
países, no lo habían conseguido hasta
ahora, pero la circunstancia del conflicto ucraniano ha creado una situación
favorable que han cogido al vuelo.
Todo esto nos debe recordar que la lobby está siempre al acecho en todo el
mundo y jamás pierde de vista su agenda; vigilante e incansable, ejercita
presiones constantes para quitarnos la
libertad de pensar, para decirnos lo que podemos y no podemos leer, para
espiarnos y controlar nuestros pensamientos. Todo ello, en fin, para imponer una
historia amañada y la propaganda de los vencedores como una nueva religión
revelada, que no se puede discutir ni poner en duda, con sus nuevos
inquisidores para perseguir a los herejes.
Inquisidores que ahora se llaman Fiscales del Odio. Nunca mejor dicho.
Odio contra la libertad, el pensamiento y la verdad.