sábado, 19 de marzo de 2011

LAS TORTILLERAS, EL NIÑO Y EL SEMEN DEL PRINGADO

Ha habido varios acontecimientos importantes estos días: la catástrofe natural y la crisis nuclear en Japón, y por otra parte la crisis libia que entra en una fase nueva, con la intervención occidental para impedir la inminente victoria de Gadafi en la guerra civil que ha desencadenado la insurrección en ese país. El descontento en los países árabes sigue a flor de piel, las agitaciones y los desórdenes no se aplacan, y cada vez convencen menos las lecturas simplistas de nuestros gobernantes, empezando por el bufón de La Moncloa, con su blablabla sobre derechos humanos y democracia.

Pero hoy voy a ocuparme de otras cosas. Voy a comentar una noticia procedente de Alemania, que nos muestra el nivel inaudito de abuso e infamia al que están llegando las sociedades occidentales en su persecución contra los hombres. No la he encontrado en la prensa española y la única referencia que tengo está en italiano, que de todos modos no es difícil de comprender. La noticia es que un hombre que había donado el propio semen a una pareja de lesbianas para fabricar un niño en laboratorio, ahora deberá pagar por el mantenimiento del niño. Evidentemente las guarras han sido bien asesoradas por sus abogados.


No es la primera vez que esto pasa. Un caso idéntico se verificó en Suecia hace pocos años aunque no recuerdo si la donación era personalizada como en este caso o provenía de un banco de esperma. Que no le extrañe a nadie que cosas como esta sucedan en el país nórdico: Suecia es el país más feminista de Europa, un país aún peor que España, totalmente matriarcal y dominado por la mujer, y donde la prepotencia feminista triunfa casi sin trabas. Allí acercarse a una mujer es estar vendido; los hombres tienen menos derechos que los perros, están totalmente domesticados y en manos de lo que cualquier zorra quiera hacer con ellos. Valgan como ejemplo las increíbles acusaciones con las cuales han atrapado al fundador de Wikileaks Julian Assange.

Hay que puntualizar que aquí hay dos cuestiones bien distintas. Una es el caso particular del atropello hacia este individuo que ha donado el semen. Otra es el significado general que esta noticia tiene como índice y barómetro de la injusticia antimasculina en las leyes actuales.

Respecto al primer punto, huelga decir que este hombre se merece esto y más por haberse prestado a esta práctica aberrante y repugnante. No puedo sentir la mínima solidaridad masculina ni la menor simpatía hacia este individuo porque no es digno de ello. Ignoro sus motivos; quizás quería de alguna forma retorcida sentirse padre, pues no se limitó a donar el semen sino que se interesaba activamente por el niño, pero de todos modos ahora va a pagar por su crimen.

Porque criminal y odioso es lo que ha hecho. En un impulso de generosidad que hay que reconocer como propiamente masculino, pero rematadamente torcido, ha regalado el propio semen -símbolo y expresión líquida de virilidad- a una pareja de mujeres que rechazan por principio al hombre y odian la masculinidad. Odio que han demostrado cumplidamente cuando han agradecido de esta manera el don recibido. Bien merecido se lo tiene.

En general todo el mundo de los bancos de semen es aberrante. Aun en el caso de que sea para resolver problemas de fertilidad en parejas normales, hay algo profundamente equivocado en que un hombre regale o venda su esperma para que alguien extraño a su vida pueda tener hijos artificialmente. Pero cuando este semen se utiliza para que madres solteras o parejas de homosexuales tengan hijos no es sólo algo equivocado, sino radicalmente podrido y abyecto.

No debemos pensar que esto es un caso extremo que no tiene que ver con los hombres normales. Con las leyes actuales en muchos países –ignoro si es así en España- el hombre está obligado a mantener a un niño aunque el embarazo o la fabricación del niño haya sido fruto del engaño.

Una mujer puede incluso recoger el esperma sin que haya habido una relación completa, hacerse inseminar artificialmente sin decirle nada al hombre y luego obligarle con la ley en la mano a pagar por la manutención del niño. Ya ha pasado esto en varios países europeos y un caso que salió en los medios fue el del tenista Boris Becker. No se trata de casos comunes desde luego, pero nos muestran cómo para las leyes los hombres valemos menos que la mierda y se nos considera únicamente ganado de explotación. No tenemos derecho a hablar ni a ejercer nuestra potestad de padres porque para esta sociedad uterina los hijos son propiedad de la mujer, pero eso sí, debemos pagar religiosamente sin rechistar y sin levantar la voz.

Lo más triste es que estas noticias no provocan reacciones, porque se piensa siempre que esto no me pasará a mí. Posición necia y miope que equivale a esconder la cabeza debajo de la arena como las avestruces. Las leyes y la jurisprudencia que permiten cosas como estas no son más que basura,  su sola existencia es un insulto y una infamia. Si alguno piensa que no tiene por qué preocuparse, que siga cultivando su ceguera hasta que antes o después, quizá no de esta manera pero ciertamente de alguna otra, esto le pase a él.

Generalizando el discurso más allá de este episodio, hoy en día acercarse a la mujer es para el hombre pisar un terreno minado. Esto es lo que persiguen las feministas, reventar y amargar las relaciones entre hombres y mujeres,  convertirlas en una guerra y una competición continua. En resumidas cuentas, conformar el mundo a sus taras interiores y a su odio antimasculino.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de esas tiparracas es la hostia.
A mí me hace gracia que lo justifiquen diciendo que "quieren tener hijos pero no un marido", y luego sin embargo, al pringado de turno le hacen de pagar como si el crío fuera verdaderamente su hijo en una familia normal.

Anónimo dijo...

Patético el caso que cuentas, y me temo que habrá otros como este que no han salido a la luz. Bien merecido se lo tiene el mamarracho, y lo peor es que no aprendemos. No se vé por ninguna parte -salvo contadisimos casos aislados, y en algunos blogs como el tuyo- un sentimiento de solidaridad, de apoyo mutuo masculino. Sabemos donde está el enemigo pero somos incapaces de crear un "frente común" que pueda -aunque sea minimamente- frenar a esa canalla feminista y sus sicarios. Nos llevan años de ventaja en el proceso de destrucción de los valores de la masculinidad. Hemos sido cobardes y estúpidos, les hemos ofrecido lo que pedían y nos han pagado con una infamia contínua. ¡Es necesario pasar a la acción, nos va en ello la supervivencia como hombres!. ¿Como?...hay que pensar en estrategias útiles, aunque sea difícil. Pienso -¿seré un ingénuo?-, que aún podemos recoperar algo de terreno perdido.

LEG

Anónimo dijo...

La cosa no va solo de piropos, sino de "ACOSO". Que te silben como a un perro en la calle no es un piropo, que te hagan sentir que te quieren violar no es un piropo (vaya culo, si te cojo te reviento, te como la regla con una cuchara, este último me lo dijo un machote adulto cuando solo tenia 13 años y volvía del colegio con mi uniforme y mis libros: todo esto palabras textuales de obscenidades recibidas), que te enseñen sus partes en la calle no es un piropo, que se te arrimen en la guagua/autobús no es un piropo, que te miren de arriba abajo con cara de salido pervertido como si fueras desnuda por la calle no es un piropo. El piropo tipo "hola linda" a pesar de a quien pueda molestar, es el menor de los males. Por muy crudo y fuerte que suene lo de arriba, todo eso y más, me ha sucedido a mí aquí en el primer mundo, concretamente en Las Palmas de Gran Canaria, donde solo en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria hay una media de 300 reconocimientos por violaciones al año, fuentes contrastables en prensa pues es de información pública.

Fdo. Una feminista envenenadora

Max Romano dijo...

Para entender el comentario de la feminista que no tiene relación con el artículo: es una respuesta a un comentario mío en un artículo de El País llamado "Lento adiós al piropo"

Mi comentario afirmaba que este es uno de los efectos nefastos del feminismo, un caso particular del empeño en cortar la iniciativa del varón, y además comentaba que las mujeres lamentarán el día en que nadie ya les tire piropos. Por mi parte hace ya mucho tiempo que me los ahorro, y dentro de no mucho las amargadas a las que por principio les molesta cualquier piropo tendrán una satisfacción completa.

El comentario de la feminista es un típico ejemplo de la falta de honestidad feminista y su deseo de criminalizar al hombre. Doy por cierto lo que nos comenta como experiencia personal, pero nadie dudará de que, fijándose sólo en experiencias desagradables y en los peores comportamientos de algunos hombres es posible "demostrar" o convencerse de cualquier cosa. El exhibicionismo y la violación no son piropos, la grosería o menos de la iniciativa masculina depende de quién la hace y en qué condiciones...creo que todos hemos dicho alguna burrada alguna vez, con o sin el efecto del alcohol, pero fijarse tendenciosamente en estos episodios para decir que los hombres somos acosadores significa sólo una cosa: querer castrar -simbólicamente- al hombre e impedirle toda iniciativa.

Quería responder un comentario y casi he escrito un artículo, pero este es un tema de cierta importancia en la guerra de las feministas contra el hombre y merece ser tratado.

La Feminista Envenenadora difícilmente apreciará este blog, pero de todos modos está invitada a explorarlo y envenenar o envenenarse más aún de lo que ya está.

León Riente dijo...

Oso Solitario, esa feminista envenenadora no tiene ya remedio. Por cierto, es curioso cómo le ha salido su instinto ya en la firma: el envenenamiento es una de las formas más habituales por las cuales las mujeres han asesinado a los hombres a lo largo de la historia, y siguen haciéndolo.

Circulo por ahí un informe de la policía de Oslo según el cual las 41 violaciones que se han denunciado en la ciudad en 2010 han corrido a cargos de africanos y de algún kurdo. En España, desde que por medio de la inmigración masiva nos han dado la posibilidad de enriquecernos multiculturalmente, no debe ser distinto. La feminista envenenadora omite este dato, manipulando la realidad (aunque feminista, es una mujer, mal constituida pero mujer al fin y al cabo). La ola de violaciones de Bilbao, por ejemplo, se sabe que es debido a la escoria adolescente mora que tiene allí acogida a cuerpo de rey.

A ésta lo que le pasa es que debe ser una belleza cubista, ya sabes, de esas que es mejor que se pongan un cubo en la cabeza, y de ahí el rebote por los piropos. Véte a saber si los piropeadores no se lo decían irónicamente por lo fea que debe ser, y de ahí el cabreo. También hay otras a las que les gusta pasearse por las obras, eh, andar semidesnuda y provocando, para que le digan algo. Luego algunas se ofenden.