lunes, 22 de noviembre de 2010

MALTRATO Y PATRIA POTESTAD

Aunque me esfuerzo por diversificar los temas que trato en este blog, una y otra vez me veo obligado a ocuparme las enfermizas campañas feministas con que nos castigan, de las nuevan leyes con que amenazan; es una auténtica obsesión por humillar al hombre y perseguirle de todas las maneras posibles. Todas las semanas, por no decir casi a diario, la canalla dispara una nueva andanada, aprieta un poco más la cuerda en torno al cuello de los hombres. La última es una reforma legal para privar de la patria potestad a los hombres condenados por violencia de género


Los condenados por maltrato perderán la patria potestad de sus hijos

Se me acaban las palabras para para calificar a esta gente. Decir que es despreciable se queda muy corto. Y puesto que según el periódico fue el PP que solicitó en primer lugar estos cambios, ello es aplicable también a ese otro rebaño; se trata de una cuestión que va más allá de la política, porque la dictadura feminista en que vivimos es transversal; por lo que atañe a la cuestión masculina y la persecución contra el hombre, no podemos esperar absolutamente nada de los partidos políticos existentes, de “derechas” o de “izquierdas”.

Hemos hablado repetidas veces del castigo impuesto a un hombre por una simple denuncia, aunque no acabe en condena, de la separación de sus hijos y su expulsión del domicilio familiar. De los daños que una denuncia falsa provoca y que puede ser imposible reparar. De la impunidad para las hijas de puta que utilizan esta ley como arma y para las hijas de puta abogadas feministas que lo fomentan. De la presunción de culpabilidad para el hombre, su condena sin pruebas. De la injusticia profunda de un tratamiento totalmente parcial, del considerar “maltrato” cualquier cosa desde una bofetada –que puede ser en respuesta a una bofetada previa por parte de la mujer- a una discusión subida de tono, desde un simple empujón o una caída que incluso si es accidental lleva a la condena por maltrato.

Pues bien, si sale adelante este proyecto -y no hay motivos para dudarlo- estos “crímenes” serán castigados con la pérdida de la patria potestad, con la separación forzada, la expulsión del padre de la vida de sus hijos, con la negación, el expropio legal del derecho de un padre a ocuparse de su prole.

Hay que llamar a las cosas por su nombre: esto es un abuso y un atropello. Realmente da asco vivir en esta sociedad cada vez más irrespirable para los hombres, en la cual las leyes y la justicia con minúsculas nos tratan como parias, y cada día nos quitan un poco más el aire para respirar.

Privar a un padre de la potestad sobre sus hijos, separarle de ellos y expulsarle de su vida es un crimen, excepto en presencia de graves y fundados motivos, de evidente indignidad como padre. Tales casos ya se contemplaban en la precedente legislación, y entre paréntesis, apenas es necesario notar que hoy en día la madre raramente vez pierde, no la potestad sino la custodia de los hijos, aun en casos de probada incapacidad e indignidad de ésta, que no pocas veces los hijos pagan caro.

Una sociedad que deliberada y sistemáticamente fomenta este crimen, que desea privar al padre de la potestad sobre los hijos, que cercena este vínculo sagrado utilizando el mínimo pretexto para ello, es rigurosamente un régimen criminal y una tiranía. Sus leyes y su justicia son criminales y es un imperativo ético, para cualquier hombre digno de este nombre, cualquier hombre que se mantenga de pie, luchar contra ello.

A los castrados mentales que colaboran con la dictadura feminista y su guerra contra el padre no tengo nada que decirles. Les diría sólo que completen la castración mental con la física y se corten el apéndice que tienen entre las piernas con sus accesorios, si tanto les avergüenza ser hombres.

Hoy en día un hombre, para querer casarse y fundar una familia, tiene que estar muy despistado, tener vocación heroica o albergar un deseo oculto de expiar oscuros pecados. O ser un gilipollas. Es literalmente ponerse una soga al cuello. Y que conste que servidor no escribe esto por haber sufrido personalmente la tiranía feminista: afortunadamente comprendí el peligro a tiempo y desde que se me pasó la gilipollez progre entre los veinte y los treinta –ahimé, debo reconocer que lo fui- he tenido siempre muy claro que ninguna mujer borde, arrogante, atiborrada de necedades feministas y emancipada iba a entrar jamás en mi casa para amargarme la vida. Como todo el mundo, naturalmente,  tengo altos y bajos en mi vida familiar, pero no vivo la esclavitud humillante del papá moderno.

Por supuesto no vayamos a pensar que el expropio proletario de la patria potestad liberará al hombre de la obligación de seguir pagando. No. Lo que un cierto tipo de mujer quiere -su sueño húmedo- es utilizar al hombre para tener hijos pero luego no permitirle ejercitar la paternidad, en un delirio enfermizo de posesividad uterina. Quedarse con su casa y con su dinero, pero apartarle de los hijos y echarle como un perro a la calle obligándole a seguir manteniéndola, cómplices las chaladas feministas y las leyes de un régimen criminal.

Pero todos pagarán por ello. Pagarán los hijos de estas mujeres que jamás serán hombres. Y pagarán antes o después las mismas mujeres por esta destrucción de la figura paterna y de la identidad masculina. Solas, amargadas, llenándose la vida de manera histérica, desesperada, con gilipolleces o con pastillas o con cualquier cosa que les evite el mal trago de mirar dentro de sí mismas, con hijos incontrolables y semisalvajes, hijos que serán pisoteados por otras mujeres y por las leyes que ellas mismas han apoyado. 

Parricidio = Matar al padre

Esta es una sociedad parricida: el Occidente moderno ha matado simbólicamente al Padre, ha cometido lo que para los antiguos griegos y romanos, como para todo europeo bien nacido, es el crimen capital, y merece morir por ello. Ignoro de qué modo sucederá: quizás seremos inundados por pueblos más sanos que nos borrarán de la historia, silenciosamente o en un conflicto étnico del cual ya hemos tenido avisos. Quizás en cambio –lo espero y es la única razón para luchar- encontraremos fuerzas para una regeneración partiendo de nuestra tradición e identidad; quizás, como del estiércol nacen las flores, de la cloaca en que vivimos surja una élite de hombres y mujeres libres, capaces de constituir un núcleo incandescente que transforme el presente, mirando al lejano pasado y al lejano futuro.

Esta es nuestra única esperanza.

6 comentarios:

iskander dijo...

La semana pasada un amigo mío que se ha pasado tres meses en prisión por la denuncia de su esposa salió en libertad al verificarse la falsedad de la denuncia. Pero esos tres meses, ese padecer sin saber porqué no se lo quita nadie.
La denunciante, la calumniadora, ese pedazo de hija de la gran puta denunció simplemente porque el marido no la quiso comprar un coche nuevo, la denuncia fue su venganza y durante la estancia del hombre en la cárcel se lo ha comprado.
Y ahora¿cómo se paga esto? ¿quien restituye esos meses de vida a un inocente? ¿porqué no se juzga al juez y los acusadores?.

sa dijo...

En España se está condenando sin pruebas a padres inocentes ¿encima van a quitarles la patria potestad? ¿en qué mundo vivimos? ¿qué culpa tienen los niños de que sus madres quieran quedarse con una casa que no es suya?
Inocentes en prisión, padres separados de sus hijos, mujeres con la cara mas dura que una iedra que quieren quedarse con la casa y cobrar una pensión para ellas todos los meses, jueces que miran para otro lado y condenan con el testimonio falso de la cara dura, fiscales que piden condenas para hombres que no han hecho nada, asociaciones bien subvencionadas que promueven esta persecución contra los padres y los hombres en general, periodistas y televisiones que repiten mentiras machaconamente, Basta ya!
LEY DE VIOLENCIA DE GENERO DEROGACIÓN!

Max Romano dijo...

Iskander, Gracias por tu comentario. Tener testimonios de primera mano es importante para rebatir la mala fe de quienes dicen que las denuncias falsas son una leyenda.

Sa, también gracias por intervenir. Por desgracia hay muchos que no terminan de darse cuenta de cómo está la situación o se quedan callados esperando que pase la tormenta. Pero no pasará: alguien dijo que para el triunfo del mal es suficiente que los hombres de bien no hagan nada.

Atridas dijo...

No pierdas la esperanza Oso. Por ejemplo en mi generacion, la de los nacidos a finales de los 80s, nos estamos quitando la caraja progre de manera acelerada y en gran medida gracias a esta crisis, venditas crisis.
Uno habla con la gente y ve que cada vez tiene una mentalidad mas conservadora por que se sienten acosados, por el paro, por el derrochismo y despotismo desilustrado de la casta, por la invasion extranjera, y por las continuas humillaciones del feminismo y las mujerzuelas extremadamente arrogantes del mundo moderno. Y esto acaba de empezar, la confluencia de crisis (economica,politica,moral y hasta geopolitica) va a producir una monstruosa catarsis social como no ha habido al menos desde los años 30. La postmodernidad saltara por los aires debido a su propia necedad, pues una suma tan grande de despropositos contra natura esta destinada a ser enterrada profudnamente en el barro de la historia. E insisto, creo que mi generacion (tan denostada y en gran parte con razon)va a ser decisiva en un futuro no muy lejano en la muerte y resurreccion de nuestra sociedad.

Max Romano dijo...

Atridas, gracias por tu comentario. Me alegra recibir comentarios de gente como tú y que haya fuerzas en las nuevas generaciones, como apuntas, que sean capaces de reaccionar. No otra es la esperanza que expreso al final del artículo.

Por cierto, si no lo conoces me permito recomendar un autor que probablemente sea de tu agrado, el italiano Giorgio Locchi. Acaba de salir un volumen en nuestro país, "Definiciones", con sus principales escritos.

Anónimo dijo...

buenos su espacio online es muy trabajado,es la tercera vez que vi tu blog, muy informativo!
hasta