sábado, 20 de noviembre de 2010

LAS MAFIAS PROGRESISTAS

Una noticia reciente me ha llamado la atención: la detención del responsable de un hogar para mujeres maltratadas por un delito de “coacciones” y “contra la integridad moral”:




Mi interés principal no es la noticia en sí, que comentaré sólo brevemente, sino lo que asoma detrás de ella.

No sé si la acusación es justa o no ni dónde está la razón. Con la infame legislación antimasculina que tenemos, lo de “coacciones” y “delito contra la integridad moral” puede ser cualquier cosa; un hombre puede ser acusado y detenido prácticamente por nada, puesto que no tiene prácticamente derechos con las leyes que el feminismo ha introducido en España. Una palabra más alta que otra, una discusión...

Pero no es lo que quiero comentar: no sé si son maltratadas de verdad y las trataban mal, o si la acusación es falsa y son unas embusteras; posiblemente sean maltratadas reales, por lo menos parte de ellas, a diferencia de las zorras oportunistas que se quedan en su casa expulsando legalmente al hombre y haciéndose mantener. No me mojo mínimamente en el asunto.

Lo que realmente me ha sorprendido y ha dado pie para escribir este artículo es que la gestión de la casa está encomendada a la FEGAIB. ¿Y qué es? Pues la Federación Balear de Asociaciones de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales.

¡Toma Ya! ¿Qué hará una asociación de desviados y anormales sexuales encargándose de la gestión de un hogar de mujeres maltratadas? La respuesta es bien sencilla: chupar del bote de las subvenciones estatales.

Subvencionados con 99.000 euros para gestionar un piso durante un año y medio, las mujeres acusan al gestor de escatimar recursos, comida y dinero…Ignoramos qué parte de todo esto es verdad y no es lo que me interesa. Lo interesante son las implicaciones de esta pequeña noticia: es evidente es que aquí hay mucha gente chupando del bote y que detrás de esto existe una gigantesca red de mafias y parásitos subvencionados por el Gobierno, cuya extensión es difícilmente cuantificable, pero está claro de que están bien financiados: para esta gente siempre hay dinero aunque el país se vaya al carajo.

He usado la palabra mafia. Palabra acuñada en Italia para la cosa nostra siciliana, un grupo de familias, “amigos” y “amigos de los amigos” que forman un entramado de relaciones y clientelas para vivir a costa de quienes trabajan, parasitando la sociedad de la cual se limitan a chupar la sangre sin proporcionar nada a cambio, sin realizar ninguna función aparte de perpetuarse a sí mismos. Esto, como cualquiera puede ver, vale para la clase política de cualquier país y especialmente para el régimen de partidos políticos en democracia, pero el carácter específicamente mafioso viene dado por el uso de métodos intimidatorios, violentos, y por las conexiones con el aparato estatal, con la política, la magistratura, con los medios de comunicación en nómina de las familias mafiosas.

Esta noticia no hace más que mostrarnos la punta de un iceberg, la multitud de chupópteros que nos obligan a mantener: ONG, grupos de presión feministas, de homosexuales, antirracistas, que forman una auténtica mafia en el sentido arriba indicado. Con sus referentes y apoyos internacionales en la misma ONU. Y nuestro país se ha convertido en la tierra prometida para ellos. Sería interesante saber cuántos miles de millones de nuestro dinero se están empleando en subvencionar a estos parásitos, de mil formas distintas. Mientras muchísima gente tiene problemas reales, está sin trabajo o llega con dificultad a fin de mes, una horda de inútiles afines al progresismo, que no valen para nada más que para amargar la vida al prójimo, vive a cuerpo de rey. 

Alguno puede pensar que la palabra mafia es excesiva, pero es que esta gente, sin llegar a ser tan sanguinaria como las mafias más conocidas, utiliza métodos intimidatorios y violentos que sólo podemos llamar mafiosos. Un ejemplo será suficiente.

Probablemente a pocos les diga algo el nombre de Erin Pizzey.

Erin Pizzey fundó el primer refugio del mundo para mujeres maltratadas en Inglaterra, en el año 1971. Desde entonces se ha ocupado constantemente del tema y ha realizado importantes trabajos en este campo. Pero los resultados de su labor de investigación y sus puntos de vista eran –son- totalmente indigeribles para el feminismo: mostró que existe violencia en los dos sentidos, no sólo del hombre contra la mujer, mostró que hay mujeres a las cuales es muy difícil ayudar porque quieren compañeros violentos, en definitiva rechaza la visión maniquea y sectaria del hombre verdugo, responsable de todos los males del mundo, y la mujer eterna víctima.

Erin Pizzey lo que deseaba es ayudar a resolver un problema real y no utilizarlo para descargar odio contra el género masculino. Por ello entró en conflicto con las feministas, se ganó a pulso el odio feroz de estas víboras. Y cuando hablo de conflicto no me refiero a una educada polémica verbal: Erin vio su trabajo obstaculizado, boicoteado y a un cierto punto tuvo que irse a vivir fuera de Inglaterra tras recibir repetidas amenazas de muerte contra ella y su familia por parte de las feministas. Quien no lo crea que se informe un poco.

Se trata de métodos del más puro estilo mafioso, intimidación y amenazas para quien no se doblega al poder de la familia.

Estas son las mafias progresistas, mafias a las que no importan mínimamente los problemas reales de la gente sino medrar chupando la sangre de los demás y llevar adelante sus proyectos de disgregación social, impulsados por el odio enfermizo que llevan dentro, el odio del tarado, del deforme y del fracasado por todo lo que es sano, normal y vital.

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